Érase una vez... un rey y una reina que tuvieron una niña muy bonita, un bebé realmente espectacular. Tan orgullosos estaban de la niña que decidieron montar un bautizo por todo lo alto e invitar a lo más granada de la beautiful people del reino. Modelos, actrices, diseñadores, cantantes, marqueses, duques, barones, elfos, trasgos, gnomos y hadas.
Bueno, no todas las hadas. Al bautismo invitaron a casi todas las hadas de su reino, pero se olvidaron, desgraciadamente, de invitar a la más malvada. Bueno, no se olvidaron, exactamente. En realidad no la invitaron porque les caía muy mal. Porque el Hada Maléfica era una pesada y una amargada que en todas las fiestas se dedicaba a criticar los modelos de las asistentes y a echarles hechizos y maldiciones a las más guapas.
A pesar de ello, esta hada Maléfica falsificó la invitación sin necesidad de hechizo ni nada, solo con un programa de ordenador, y se presentó igualmente en el castillo el día de la fiesta del bautizo.
Las hadas, como manda la tradición, iban pasando por delante de la cuna del bebé y regalándole sus bendiciones:
Una agitaba la varita y decía:
- Vas a ser la más guapa del reino
La otra agitaba la suya y añadía:
- Y la más lista. Vas a saber de astrofísica, neurología, literatura, arte, cine, física cuántica, medicina nuclear… y un poco de antropología.
La tercera añadió:
- Vas a ser muy ingeniosa y la gente se va a partir de risa con tus chistes. Allí donde vayas, todo el mundo lo pasará bien
Y la cuarta:
- Te concedo el don de saber solucionar rápidamente los conflictos y de crear la paz a tu alrededor
Pero la quinta fue el Hada Maléfica quien, al pasar por delante de la cuna de la pequeña, agitó su varita negra y dijo despechada:
- ¡A los dieciséis años te electrocutarás con una guitarra eléctrica y moriras!
... continuará en Cuentos Clásicos para chicas modernas.